¿Qué es el sexting?

El sexting, o sexteo, es una práctica cada vez más común, especialmente en adolescentes. El fenómeno consiste en compartir mensajes sexuales acompañados de imágenes íntimas propias – como desnudos, vídeos de relaciones íntimas, etc. Esta actividad se realizada a través de dispositivos tecnológicos ya sea utilizando aplicaciones de mensajería instantánea, redes sociales, correo electrónico u otras herramientas de comunicación. La palabra sexting es un acrónimo en inglés formado por «sex» (sexo) y `»texting» (escribir mensajes).

Al ser un acto llevado a cabo en dispositivos tecnológicos, sobre todo en móviles, se puede inferir que el sexting se practica en todas partes del mundo, aunque lo que varía son las edades. Aunque es una práctica también realizada por adultos, este comportamiento ha crecido entre los menores de 18 años durante los últimos años.

Según un reciente análisis publicado en la revista JAMA Pediatrics, una parte considerable de la juventud practica ‘sexting’ enviando material sexual -1 de cada 7 (14,8%)- y recibiéndolo -1 de cada 4 (27,4%)-.

Sexting en adolescentes

Riesgos del sexting

Aunque hay que respetar el libre ejercicio de la sexualidad, el contexto digital de esta práctica hace que sea imposible garantizar la seguridad y privacidad de las personas que lo practican.

Los riesgos de esta práctica comienzan con la divulgación de estas imágenes o vídeos entre personas que no eran los destinatarios, ya que otra persona puede utilizar el dispositivo en el que están almacenados (robo o pérdida de móvil, uso sin permiso, etc.) y reenviarlos. También puede ocurrir que una persona sea grabada por otra sin su consentimiento. Al tratarse de contenidos íntimos, su difusión conlleva sin duda una pérdida de privacidad, de tal modo que se produce un daño en la reputación y autoestima de la víctima.

Asimismo, esta divulgación también puede acarrear consecuencias más complejas:

  • Ciberbullying. La humillación pública puede dar pie a conductas de acoso al protagonista, derivando en una situación de ciberacoso.
  • Extorsión y chantaje. El contenido también puede utilizarse como herramienta de chantaje, solicitando cualquier “recompensa” (económica o de otro tipo) a cambio de no difundirlo.
  • Grooming y acoso sexual. En los casos de acoso sexual o de acercamiento de adultos a menores con intenciones sexuales es habitual esta extorsión para exigir que se envíen más contenidos, o incluso contacto sexual directo.
  • Riesgos físicos. Estos contenidos pueden utilizarse por agresores para seleccionar a sus víctimas. En ocasiones los contenidos muestran elementos que ayudan a determinar la localización fácilmente (centro donde estudian, domicilio, geolocalización, etc.) o cuando los metadatos señalan el posicionamiento donde se han grabado.
  • Geolocalización. Las imágenes pueden contener elementos que ayuden a determinar la localización fácilmente. Estos contenidos pueden ser también utilizados por agresores para seleccionar a sus víctimas.

Las consecuencias son una pérdida completa de la autoestima y un sentimiento de culpa, que puede proyectarse como «decepción» a su familia y amistades. Las víctimas, principalmente niñas, adolescentes y mujeres, sufren sentimientos de humillación y vergüenza. Es muy común que desarrollen patologías como ansiedad, depresión, trastornos alimenticios… Lo que a veces deriva en suicidio.

el riesgo del sexting

¿Por qué hacen sexting los menores?

  • Despertar sexual. En esta etapa, el desarrollo de su sexualidad comienza a tener un papel importante, pero no siempre está establecida de forma saludable. Para ellos estas prácticas pueden suponer una prueba de confianza en pareja o una manera “más adulta” de flirtear o atraer a alguien.
  • Posicionamiento social. En la adolescencia también es natural buscar la pertenencia al grupo de iguales, la inclusión social y la valoración de los demás. La práctica del sexting puede tener como objetivo presumir ante las amistades o no sentirse excluido.
  • Inconsciencia y exceso de confianza. Los adolescentes suelen minimizar los riesgos a los que se enfrentan e ignorar las repercusiones futuras. Esto les lleva a asumir más riesgos y creer que nunca pasará nada.
  • Falta de cultura de privacidad. Actualmente, en nuestra sociedad existe una creciente tendencia a mostrar la intimidad. Esto les lleva a considerar normales conductas como compartir información que los adultos consideran personal y privada.
  • Impulsividad. Combinada con la rapidez de la interacción a través de Internet, la impulsividad de los menores hace que actúen o respondan rápidamente, sin reflexionar sobre lo que van a hacer y sus posibles consecuencias. Por este motivo, conflictos como rupturas o decepciones sentimentales pueden desencadenar en los adolescentes una difusión precipitada con ánimo de venganza.
  • Expansión de dispositivos móviles. La universalización entre adolescentes de tablets y móviles con cámara y conexión a internet facilita este tipo de prácticas

¿Tienes miedo a que tu hijo pueda ser una víctima del sexting? Consulta nuestra página web. También, puedes visitar nuestra página sobre la adicción a nuevas tecnologías en adolescentes y, si quieres más información, no dudes en ponerte en contacto con nosotros.